Y llegamos al tercer y último post sobre las colección "Folk 'n' Lore" (al menos por el momento). En la entrada anterior os expliqué el origen de las rosetas hexapétalas. En esta ocasión os contaré algunas cosas sobre el significado y usos de las escobas en su relación con la brujería, así como el motivo por el que el diseño tiene tres y porqué lo he titulado "Moiras".
De nuevo añado una suerte de disclaimer antes de empezar: Conste que todo lo que se explica a continuación se plantea desde un punto de vista histórico, antropológico y como parte de una serie de tradiciones, creencias y folklore. La información ha sido recopilada de estudios y escritos de ésta índole y en cualquier caso lo aquí reflejado debe tomarse desde esa perspectiva. El valor personal que cada uno le otorgue a estos símbolos, en última instancia, responde a sus creencias personales que no son más que asunto suyo, así como las conclusiones.
Tradicionalmente las escobas son poderosas herramientas en relación a rituales de protección, purificación, y los llamados de IIIª Función, es decir, destinados a asegurar prosperidad y fecundidad a una comunidad a su vez relativos a un complejo conjunto de ritos agrarios.
Hablamos de escobas que se fabrican expresamente para estos fines, preferiblemente por la persona misma que la vaya a utilizar, empleando en algunos casos maderas concretas que se eligen en base a las propiedades que a éstas se otorgan y su relación con la función principal para la que se crea la escoba.
Estas escobas rituales no deben usarse para la limpieza habitual de la casa, si no que sirven para purificar espacios que van a ser utilizados para trabajos o rituales. También sirven para proteger lugares como casas o establos (y a la gente o al ganado que habiten en él) de enfermedades o plagas, barriendo la entrada de éstos lugares.
Otra forma de proteger una casa de malas influencias es colocar escobas cruzadas, ya sea en la entrada o sobre la chimenea. De nuevo, como en el caso de las rosetas, en puntos considerados "débiles" en la casa, umbrales por los que puede acceder el mal.
En los ritos agrarios las escobas se utilizan para recoger las cenizas de fuegos rituales (como las hogueras del Solsticio de Verano), ya sea para guardarlas y usarlas más adelante en futuros trabajos o para esparcirlas por los campos para protegerlos y proporcionar buenas cosechas.
Aún así, la imagen más frecuente que viene a la mente cuando se habla de escobas es la de la bruja volando en una hacia el akelarre o sabbath, y es con eso con lo que se queda la mayoría. Voy a tratar de resumir de dónde proviene esa asociación.
Además de todo lo anteriormente explicado, las escobas son símbolos asociados a los viajes espirituales, tránsitos entre el mundo físico y el espiritual, que se dan durante ciertos rituales y que no implica tanto un desplazamiento físico per se si no más bien un trance psíquico. El origen de esto se remonta y asocia a su vez con ritos paganos y chamánicos donde en lugar de escobas se utilizan bastones. De este mismo origen provienen los báculos de los magos e incluso las varitas mágicas.
Parte de la asociación que hacemos entre escobas o bastones y las brujas proviene de la tradición pagana europea y encontramos sus principales fuentes sobretodo en la cultura germánica a partir de textos normánicos. Encontramos mención de ello, por ejemplo (y según nos señala Claude Lecaouteux en su "Historia del Doble"), en la saga islandesa "Fóstbroedrasaga" ("La Saga de los Hermanos de Sangre") donde Thordis dice "Esta noche he dado una cabalgada de bruja por muchos lugares, y me he enterado con exactitud de las cosas que antes ignoraba". La expresión "cabalgada de bruja" es la traducción del normánico (que fue lengua de Escandinavia durante el s.VIII , lo que vendría a ser noruego antiguo) "gandreid", que es una palabra compuesta por "rida" (cabalgar) y "gandr", que puede traducirse tanto como "espíritu" (entendido como un espíritu auxiliar, del mismo tipo que los espíritus guía de los chamanes) o como "bastón". Así mismo, para designar a una maga, uno de los vocablos que se utiliza es "völva" que proviene de "völr", que también significa "bastón". Y es que en las culturas escandinavas el bastón era indispensable para algunas de las prácticas mágicas (como, por ejemplo en la magia "seidr").
En los relatos normánicos encontramos menciones a los viajes de dobles (tanto espirituales como físicos, en algunos casos) y que se producen durante el sueño o trances extáticos.
Hay que comprender que, en la tradición normánica, cada persona posee lo que denominamos "dobles". Ésto es (de forma muy resumida):
-Un doble espiritual llamado "Fylgja" (que significa "la seguidora") y que posee de carácter tutelar, de protección a quién acompaña, que puede abandonar el cuerpo físico de la persona cuando ésta duerme y en ocasiones toma una forma animal.
-Un doble físico llamado "Hamr" (que significa "piel" o "doble"). Éste doble también se vincula al sueño o al trance, de modo que puede viajar en la distancia, y puede actuar físicamente. Está ligado al cuerpo físico hasta que este se destruye por completo.
-y por último está el "Hugr", que sería algo parecido al "animus", es decir, una suerte de "aliento vital" que anima al hamr y que ,llegado el caso, al gozar de cierta independencia respecto al individuo podría manifestarse directa o indirectamente, incluso contra la voluntad de la persona.
Como vemos, hay muchos elementos que nos recuerdan a otros que aparecen en narraciones, testimonios e historias que se han hecho populares posteriormente en otros contextos asociados a la brujería.
Será la Iglesia quien demonice los vestigios de estos conceptos y lo relacione todo con la brujería e incluso literalice estos los trances como viajes físicos a las reuniones que denominará Sabbath o Akelarre.
Podemos encontrar abundante literatura clerical donde se discute sobre el tema y donde se presentan dos posturas básicas que serán las que guíen las persecuciones según la época. En términos generales y centrándonos en Europa, hacia el s.XV se pasa de una doctrina que afirmaba que los "vuelos nocturnos" son una ilusión (como sucedía en el s.IX) y condenaba a los que creían que eran reales por herejes, a una postura que apoya que todos los actos mágicos son reales. Esto durará hasta el s.XVII, siendo este periodo donde se realizan las persecuciones más cruentas. En s.XVIII la postura cambia de nuevo y todo se convierte de nuevo en una ilusión, pero ahora se trata de una “magia fingida”, ilusoria, que sirve para que algunos se lucren a base del engaño. Numerosos autores platearán sus teorías a lo largo de los siglos XIII hasta el XVII, enfrentando posiciones y rivalizando en la polémica (como la famosa polémica Wier-Bodin).
El caso es que aunque para unos los vuelos nocturnos eran reales y para otros eran una ilusión, en cualquiera de los dos casos se decide que son debidos a una influencia diabólica y terminan asociados a los Sabbaths y, a su vez, ésto desemboca en la condena de personas sospechosas de peregrinaciones nocturnas.
Será desde aproximadamente los siglos X-XI que comienza señalarse la habilidad de algunas mujeres para entrar en viviendas por la noche, desafiando puertas y ventanas cerradas. Gervasio de Tilburg (1152-1218) en sus "Ocios Imperiales" trata sobre ello en un capítulo que dedica a las apariciones nocturnas y cita la historia (que según él, conoce de primera mano), de una mujer que habiendo tomado forma de gato fue herida y cuyo cuerpo humano mostraba la huella de esa misma herida. ¿Os suena la historia? Desde entonces se recogerá a lo largo y ancho del mundo en distintas épocas, pero no podemos evitar que nos recuerde a esos dobles de la tradición normánica, que abandonan el cuerpo físico adoptando una forma animal, lo que nos indicaría que estas historias eran mucho más antiguas .
Durante este periodo encontramos que las narraciones nos hablan de que las personas que acuden a las reuniones lo hacen muchas veces montadas en animales. Esta tradición, documentada ya hacia el año mil, se acabará transformando en las historias de hombres (generalmente el marido de la bruja, un sirviente o a veces incluso un vecino) que son transformados en bestias (burros, cerdos, cabras...) por las hechiceras y utilizados como transporte para llegar al sabbath. En Cataluña, el folklorista Cels Gomis i Mestre hace una amplia recopilación de estas historias en su tratado "La Bruixa Catalana" recogiendo testimonios entre 1866 y 1915, pero historias como éstas son populares a lo largo y ancho de Europa desde la antigüedad y se harán también populares en otros lugares y épocas llevadas por colonos y personas migrantes (como también la de la mujer que toma forma de animal y es herida, que contábamos antes, entre muchas otras).
Poco a poco esta idea del animal usado para el trasladarse se irá sustituyendo por el elemento que se hará más popular: la escoba.
Junto con ésto aparece también el ungüento de las brujas, un bálsamo con el que las personas se untarán el cuerpo y gracias al cual pueden acudir al Sabbath.
Lo cierto es que el origen del uso de ungüentos es muy antiguo y puede relacionarse con técnicas o métodos para inducir un estado de trance durante rituales. En sí, la aplicación del ungüento ya es algo ritual, pero también se suele tener en cuenta que la mayoría contienen en su formulación estupefacientes con propiedades hipnóticas (solanáceas como estramonio, beleño, mandrágora... entre otros ingredientes que pueden ayudar a potenciar sus efectos) y que pueden producir estados semejantes a la catalepsia que se describe tantas veces. De nuevo esto nos recuerda a los ritos chamánicos de otras culturas y, de nuevo, el hecho de atribuirle un origen demoníaco es algo que parece provenir de la forma en que inquisidores y clérigos razonan.
En realidad será por el alcance y popularidad del "Malleus Maleficarum" (1486-87) obra de Jacob Sprenger y Heinrich Institoris (o Kramer), que se introduce la asociación con el diablo pues son ellos los que acuñan como hecho que el ungüento se realiza "por instrucciones del diablo (...) con el cadáver de niños muertos" y será de aquí de dónde derivarán ya las versiones posteriores tan extendidas y demonizantes.
En multitud de textos se cuenta como, ante testigos, mujeres acusadas de brujería se duermen, caen en catalepsia, no se mueven del sitio físicamente pero una vez salen de su letargo cuentan lo que han visto lejos de allí. En 1435-1437 Juan Nider, Inquisidor dominico, relata como una de estas brujas se mete en un tonel, se una el cuerpo con un bálsamo y, tras decir ciertas palabras, se queda dormida.
Y todo ésto, a su vez, nos recuerda de nuevo esos trances extáticos que comentábamos antes, en que los dobles de los durmientes viajan lugares lejanos, a esas “cabalgadas de bruja” que les permiten conocer sucesos que acontecen en otros sitios.
Debemos aclarar que en todos los textos y testimonios recogidos en los que se habla del ungüento éste se aplica directamente sobre la piel. Ya sea por todo el cuerpo o en algunas zonas concretas (como axilas o ingles).
La asociación que se ha hecho tan popular en tiempo recientes y que se repite hasta la saciedad en los últimos años acerca de que el ungüento servía en realidad para impregnar el mango de la escoba y este, por contacto con ciertas partes del cuerpo al cabalgar la escoba, hacía efecto o que, directamente, el mango se introducía por la vagina con el mismo fin, no aparece en ningún testimonio recopilado en la época. No consta en ningún proceso de brujería ni en ningún tratado que se conserve y es fruto de una teoría expuesta (sin fundamento alguno) a mediados del s.XX, por algunos autores cuya obra tiene un enfoque más erótico que histórico derivado de planteamientos new age sobre magia sexual.
Y, ¿por qué tres escobas? Pues porque el 3 es un número muy asociado con la magia, con mitos de creación en muchas culturas y creencias (Egipcios, Fenicios, Griegos, Cristianos, Brahamanicos...), porque la tercera carta del Tarot es La Emperatriz que representa la madre naturaleza, la fertilidad, la vida y la plenitud, conceptos asociados tradicionalmente con la feminidad en las creencias paganas y que enlazan con la brujería y también el papel desarrollado por tantas mujeres como comadronas, como conocedoras de la naturaleza y por el uso que hacen de ella, por ejemplo, a través de las plantas. También por la asociación a Hécate, diosa de tres caras de la Noche y de la Magia. Sus tres caras tienen que ver con las fases de la luna y se representan con tres figuras femeninas que muestran a la mujer en distintas etapas, véase, la anciana, la matrona y la doncella.
A Hécate se la veneraba como diosa madre, se la asocia con el inframundo y los espíritus porque, según la mitología griega, ella es quien acompaña a Perséfone cuando debe volver al Hades, para lo que le ilumina el camino con un farol (a menudo se la representa con uno, junto con una llave y una serpiente). Debido a ésto Hécate puede entrar y salir a voluntad del inframundo así que se encarga también de acompañar las almas de algunos (especialmente ancianos) hasta allí y por ello se la reconoce como gobernadora suprema de las fronteras entre mundos. También se la relaciona (y venera) en las encrucijadas de tres caminos y es protectora de los umbrales, puntos de tránsito, así como de los partos. Su figura se colocaba en puertas de ciudades y casas como protección. No puedo evitar asociarlo al uso de las escobas cruzadas que os comentaba más arriba e incluso al uso apotropaico que se une como elemento decorativo en las casas a las rosetas hexapétalas.
Como decía la representación de Hécate se relaciona con los arquetipos de la triple diosa: Doncella, Matrona y Anciana, pero estos arquetipos pueden asociarse con multitud de mitos en distintas culturas, como son por ejemplo las Nornas nórdicas, las que controlan el destino, llamadas Urd ( "lo que ha ocurrido"), Verdandi ("lo que ocurre ahora") y Skuld ("lo que es necesario que ocurra"), lo mismo que las Moiras griegas que igualmente controlan el destino de los hombres a través del hilo que Clotos ("hilandera") hila, Laquesis ("la que echa suertes") mide y Átropos (o Aisa "la que no gira" o "inevitable") es quien lo corta.
Este mito se repite también con las Parcas o Fatas (Nona, Décima y Morta o La Parca) que además acompañan a las almas a su último destino o con las Zorya (o Auroras) rusas o las Laimas letonas.
Los trios de hermanas que poseen ciertos poderes también pueden relacionarse con las Grayas o Greas griegas, Dino ("temor"), Enio ("horror") y Pefredo ("Alarma"), que comparten un solo ojo y un solo diente que se turnan y cuando no lo usan, duermen. Aparecen en el mito de Perseo, en algunas versiones, como el oráculo que sabe cómo acabar con Medusa o como las que guardan el camino a las Gorgonas (tres hermanas también, por cierto: Medusa, Esteno y Euríale).
Tres son también las brujas que predicen su destino a MacBeth en la obra de Shakespeare e incluso se añadió una breve escena (que se sabe que no fue escrita por el bardo) donde aparece Hécate como la entidad que las gobierna.
Y no me extiendo más. Como os dije con las rosetas, sé que a muchas personas les gusta saber la historia tras las piezas y qué significan, así que he intentado que esta entrada sirva para ello. Recordad que tenéis las escobas disponibles en plata o bronce, ambos metales con acabado envejecido por pátina, con varias opciones y que si queréis consultar medidas, precios y demás podéis hacerlo en la tienda. Una vez más, espero que os guste la pieza y que os haya resultado curiosa la entrada.
----Bibliografía----
-Álvarez Peña, Alberto: Mitología gallega, ed. Picu Urriello, Xixón (2004).
-Álvarez Peña, Alberto : Simbología mágico-tradicional, ed. Picu Urriello, Xixón (2002)
-Gomis i Mestre, Cels : La Bruixa Catalana. Aplec de casos de bruixeria, creences i supersticions recollits a Catalunya a l'entorn dels anys 1864 a 1915 , ed. Altafulla ,Barcelona (1996)
-Caro Baroja, Julio: Las Brujas y su Mundo ,Alianza Editorial- Ediciones del Prado, Madrid (1993)
-Lecouteux,Claude: Hadas, brujas y hombres lobo en la Edad Media. Historia del doble , José J. de Olañeta Ed. , Palma de Mallorca (2004)
-Mérida Jiménez, Rafael M., El Gran Libro de las Brujas. Ed.RBA Libros , Barcelona (2004)
-Border, François, Brujos y brujas. Procesos de brujería en Gascuña y en el País Vasco. Ed.Jaguar )2006)